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jueves, 13 de diciembre de 2018

DESEQUILIBRIO EN EL TEMPLO


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Al ir conociendo, Jesús, las culturas que le rodeaban, se da cuenta que la gente no confiaba en sí misma.   E incluso esto se lo habían transmitido a él, a través de las creencias.  Para surgir el hombre, necesita, todo lo contrario a la desconfianza que promueve Jesús, en la parábola del fariseo y el publicano.

Al entrar en ella, debemos pensar que si no confiamos en nosotros mismos, individualmente o independiente de la familia, entonces, qué será de nosotros.  Porque una de las cosas que tiene la humanidad, hoy, es que no cree en sí misma.

Toda la gente que está en el fracaso, tiene esa identidad, y promueve tal cultura.  Jesús, hace dos mil dieciocho años, fue un escritor que registra la vivencia del momento.  Y se ve llevado a esto para mostrarnos que tanto el fariseo como el publicano, en cierta forma estaban en un mismo nivel de desconfianza.

La otra es que el fariseo era una persona que sabía de Dios, era una persona inteligente, y el publicano, era una persona del común.  Pero ¿qué hacen estos dos personajes de las religiones, en el templo?.

Es la pregunta que debemos hacernos, hoy.  Simplemente, los dos estaban pidiendo a su manera.  Cada uno, con su sabiduría al respecto de sus costumbres, de ir al templo, solamente a pedir.  Estos dos personajes en la parábola lo que hacían era pedir cada vez que iban a adorar en el templo.

Cuando vamos al templo con propósitos que no son los de dar gracias a Dios, y recrearnos y socializar con la iglesia, igualmente nuestro propósito es pedir.  Porque la cultura del fariseo y el publicano, se nos ha introducido entre las neuronas.

Y hemos dado es un paso hacia la mendicidad espiritual.  Dios no necesita que el hombre pida, ni fue ese el plan al activar a este Edén, Él quiere que en vez de pedir, trabajemos, y cada día subamos en la escala de nuestro intelecto.

Estos subieron, pero simplemente al templo de Jerusalén, para seguir en la repetición.  Muchas personas admiran al publicano, y se van tras ese mando, pero en realidad él también estaba contaminado con la tradición espiritual de que todo se le pide a Dios.

Cuando sus dádivas, se consumen en la naturaleza.  Hay un mundo que necesita es mayordomos, que estén atentos a recoger los productos tanto del mar como de la tierra.  Y ésta es la mejor oración que pide Dios, que el hombre la ejecute todos los días, en su santuario natural.

No es ponerse de pie, o hablar como hoy lo hace la juventud, con su celular.  Van por la calle, no saludan, porque van en una conversación que los ha ensordecido, y los ha distraído, egoístamente, y esto también es estar en pie, hablando consigo mismo, y desconociendo lo que los rodea, y de pie, desconociendo los verdaderos deberes tanto del hogar, de la familia o del trabajo.

Nuestra cita para hoy, nos dice así: "Dos hombres subieron al templo a orar: uno era fariseo, y el otro publicano.  El fariseo, puesto en pie, oraba consigo mismo de esta manera: Dios, te doy gracias porque no soy como los otros hombres, ladrones, injustos, adúlteros, ni aún como este publicano;" Lucas 18: 10 - 11) versión Reina Valera 1960.

Al fariseo principalmente que sabía leer perfectamente, y que había leído las Escrituras, se le había olvidado que Dios, no habita en templos construidos por manos de hombre.  Es una referencia que la encontramos en el Antiguo Testamento.

Lo lógico para adorar a Dios, y para las necesidades del hombre, es practicar el principio activo del equilibrio, porque la psicología, de estos adoradores, estaba enferma y creían que era mejor, ponerse de pie delante del altar y hacer largas peticiones, y la cultura de las personas publicanas, apoyaban tales oraciones.

Los invito a visitar este video que se titula: Parábola cantada del fariseo y el publicano, de una duración de:  3: 08, cuyo enlace es: https://www.youtube.com/watch?v=2W0SnjA_C5o

"En el templo de Jehová, no se depriman los pobres, ni los ricos, se enorgullezcan"

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