Todo el mundo en toda la historia de la humanidad, se ha preguntado que por qué Dios, maldice al hombre a través de sus profetas. Y pocos son los que saben la realidad de estos conceptos que escribieron estos hombres en su época.
Según nuestra Psicología del siglo 21, debemos tener en cuenta que la maldición, la proclama el que la tiene, el que la está viviendo, el que la está sintiendo. Para que el hombre, maldiga a su semejante, es porque alguna de sus neuronas, no están a tono con las demás, que no creen en la interrupción que se presenta cuando el hombre está en la vivencia social.
Y esto produce cambios en el comportamiento y en la expresión, sorpresivamente. Los estados psicológicos del profeta, no le permiten tener un lenguaje ajustado a los principios de la cultura, el respeto, la tolerancia, y un conocimiento que fluya sin la interrupción en su lengua, donde los lectores en el mundo, puedan entender y leer en sus letras, la armonía en su expresión.
La Psicología de nuestro Nuevo Mundo, tiene en cuenta estos comportamientos, para poder entender realmente ¿por qué razón el hombre maldice a su semejante, y en esto involucra el nombre de Jehová?.
Vamos a leer una maldición, popular entre nosotros: "Así ha dicho Jehová: Maldito el varón que confía en el hombre, y pone carne por su brazo, y su corazón se aparta de Jehová" (Jeremías 17: 5) versión Reina Valera 1960.
Debemos analizar que los profetas eran personas totalmente humanas, pero que en aquel entonces, cuando eran tan escasos los maestros, éstos tenían acceso al conocimiento, no solamente humano y ético, sino también al de la naturaleza, de donde ellos extraían un conocimiento que les permitía trastornar su propia cultura que creía que el hombre era Dios, y esto tenía un efecto tan definido en la psíquica de estas culturas que lo que dijera, Jeremías, así sucedía, conforme a las creencias de la región.
Pero en realidad, es que la maldición, digamos así de Jeremías, claramente no afecta en nada a sus semejantes. Al hombre lo afecta es la maldición, de desconocerse a sí mismo, y cuando el hombre no cree en sí mismo, simplemente es un reflector de los pensamientos ajenos, en este caso, Jeremías, es un reflector que transmite todas las maldiciones que estaban escritas en el rollo, al que ellos llaman: sagrado, y que nosotros hoy en día, llamamos: Biblia.
Cada vez se hacen más indispensables los conocimientos de nuestro jardín, para poder deshacer la obra de los reflectores humanos, que aún siguen creyendo en pitonisas.
Cuando yo era un niño de unos diez años de edad, estuve trabajando en una finca cerca a Otaré, el señor tenía cinco hijas, y una de ellas se enamoró, entonces el señor por lo que yo entendí, de las conversaciones de esta familia, a él no le pareció bien dicho amigo para su hija.
Por lo cual se fueron a la discusión, y él la maldijo diciéndole que si ella se casaba con ese hombre, tendría que verla arrastrándose como una serpiente por el patio de su casa. Transcurrió el tiempo y la joven no creyó en la maldición de su propio padre, y menos en la metáfora con la serpíente.
Ella se casó con su príncipe azul, y de allí le nació el primogénito, y ella se enfermó de su psíquica, debido a una bacteria, que produce la úlcera y así tuvo casi todos sus hijos, en medio de esta enfermedad, y su esposo nunca se percató de lo sencillo que era curar esta enfermedad.
En uno de esos momentos de la vida, el padre compró un trapiche de hierro, y esos trapiches traían dos tapas grandes y pesaban alrededor de seis a siete arrobas. La hija le llegó enferma y como estaba trastornada, debido a la bacteria, tuvieron que amarrarla para que no se fuera de la casa, y se les hizo fácil con un lazo, amarrarle las manos atrás y colgarle una tapa del trapiche, a corta distancia de la tapa.
Contaba él que en la crisis de su hija, empezó a percatarse y acordarse de esa maldición, que ahora la estaba viendo tal como la pronunció, en el patio de su casa.
Entonces, yo le dije: ahora ¿qué cree usted de su propia maldición? Me respondió: negativo, porque luego la llevé al médico y le formularon tres medicamentos, y ahora mi hija, no cree en la maldición, debido a que su enfermedad no era una maldición, era lo reconozco un descuido mío, y yo pensaba que eran tal vez las maldiciones, que trasmitieron los reflectores humanos que no entendían las enfermedades.
Ninguna maldición o condenación le vendrá al hombre por los reflectores humanos, mal educados, cuando entendamos que la maldición, podría ser una bendición, si acaso llegare por alguna circunstancia.
"Maldición y venganza, registraron los profetas y filósofos de la Biblia, más la ciencia y la Psicología, no creen en esas enfermedades"
F P C
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