En el corazón de las Américas del sur, amanece con una temperatura agradable para todas las culturas que rodean la ciudad del encanto, la música, la poesía y el arte, entre otras. Cierto día llegué al parque principal de esta ciudad y di una vuelta por él, y me senté en una banca allí a observar cómo los ciudadanos iban y venían.
Tal vez eran las ocho de la mañana, yo acostumbro a tomar mi desayuno alrededor de las siete de la mañana. De pronto llegó un artista reconocido y se puso a hablarme en este día tan hermoso, donde en la atmósfera de la ciudad, se respira la fragancia natural, que tiene el parque de esta ciudad.
Comenzó a hablarme de las controversias del ser humano. De pronto se fueron acercando otros ciudadanos del común, y el artista se concentró en la charla a hablar acerca de la persecución a los cristianos.
Dijo que lo más tremendo de la persecución a los cristianos, es que no tienen acceso a la comida, o al pan diario. En ese momento iban pasando por allí, dos pastores y se detuvieron, colocándose de parte del artista, y allí comenzó la obra de teatro de una manera tan natural, que ninguno de los que estaban allí, se podían percatar de lo que comenzó con una charla muy suave y muy confianzuda de parte de los que nos rodeaban.
Intervino un pastor, diciéndonos que necesitábamos que Dios, nos diera el pan nuestro de cada día. Le dije: ¿por qué, si Dios, nos ha regalado este planeta y las diez mil galaxias que le rodean, debemos creer ahora que somos mendigos, en esta vía láctea?.
Él dijo: ¿qué tratas de insinuar? Yo le dije: sencillo, vamos al examen. Como ya había público, les dije: ¿ustedes ya desayunaron? Los que estaban allí prácticamente un setenta por ciento, eran cristianos, dijeron que no.
Yo les dije: ustedes se acuerdan que en el Apocalipsis, dice que la naturaleza nos auxiliará en todo, en la persecución imaginaria de nuestros días. Me contestaron: si señor, usted, tiene razón. Pues me da la impresión de que aún no es la tierra y su naturaleza, vuestro albergue, como lo habéis profesado en los últimos tiempos, para entrar en vuestra despensa del jardín global.
Como estábamos rodeados de plantas ornamentales les dije sencillamente que procediéramos a desayunar todos con el mismo pan, y empecé a comer hojas y a charlar con ellos, mientras otros procedían también a hacer lo mismo.
Al cabo de unos momentos, los pastores y el artista, también se echaron hojas a la boca y comieron un poco, y dijeron que estas plantas eran peligrosas, porque son amargas y picantes, sus hojas. Las personas que estaban allí se desesperaron porque en realidad estas hojas, son amargas.
Yo mantuve controlada la amargura de estas plantas, y el rostro sin mudanza, mientras el uno corría para la heladería y las panaderías de alrededor, pidiendo que por favor les dieran agua, porque se estaban quemando. Llegó la Policía, luego de esta tribulación y se puso a auxiliar a estos ciudadanos, que no creen que su mensaje es amargo como las plantas ornamentales, de nuestra ciudad, y que su idea de persecución los trastorna y los hace caer en el abismo de la incomprensión.
La naturaleza sigue siendo extraordinaria en cualquier continente del cosmos, y su sabiduría la narran, los científicos desde la nube de Google, mientras que en el parque de la ciudad Hacaritama todo tiene una letra donde se puede leer, lo contrario a persecución y destrucción repentina de nuestro cosmos.
Simplemente luego de este desayuno, el más amargo realmente para el artista, los pastores y los que nos rodeaban, dejé claro que aún dos mil diecisiete años después del Filósofo Jesús, el cristianismo no comprende el conocimiento práctico y viviente de nuestro jardín.
Con esta metáfora de la vida práctica nos despedimos hasta el nuevo año. Gracias por vuestra inquietud y seguirnos en las diferentes redes de Google, Facebook, Twitter, Linkedin, Instagram, Tubmlr, Pinterest, entre otras.
F P C
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