El mundo ha creído que el anciano, es una persona a la cual, la vida, le respalda su conocimiento, y que en Israel, el anciano era respetado y amado por la responsabilidad que tenía al enseñar ese conocimiento.
Esto es muy lógico para el mundo de la Filosofía, de la docencia y culturas del jardín, así como para la investigación y las ciencias.
Podríamos decir que en hebreo, anciano, significa: conocimientos; y es un conocimiento que tiene los fundamentos de la experiencia y la investigación, que no cualquier joven presumiendo de un conocimiento que no ha alcanzado por su inmadurez, pueda llegar a desconocer o refutar, porque la sabiduría, no es cosa que se puede enfrentar en todos sus departamentos y jurisdicciones del pensamiento humano.
Diríamos en nuestro español, que el adulto mayor, es un tesoro que muchas veces, su sabiduría y su cultura, desaparecen, sin que nos percatemos de esa ciencia viviente, de ese consejo que atina en el cerebro de la humanidad que no aprecia el oro del tiempo, y menosprecia la literatura y el conocimiento.
Podemos observar que los grandes científicos, aunque algunos tuvieron problemas para entender las letras, cuando las aprenden, se convierten en jóvenes amadores de las aguas del conocimiento del cosmos.
El Filósofo y poeta Isaías, nos deja ver en su libro, la importancia de hombres, a los cuales las letras, les dieron el sinónimo de sabios. Pero, ¿por qué este joven de Israel, reconoce el conocimiento del adulto mayor?
Porque él seguía los pasos sigilosamente de la sabiduría y la inteligencia humana, y esto le fue revelando que el hombre entre más vive, tiene más capacidad de conocimiento, es decir que Isaías, aunque era un profeta, en ningún momento irrespetó a los ancianos, no solamente de Jerusalén, sino que también tenía en cuenta la sabiduría de los hombres inteligentes, de ciencia de Babilonia, o de Egipto, que eran hombres que estaban dispuestos a compartir el conocimiento de su tiempo, y también la historia y la ciencia que cuentan cómo el hombre no deja perder su valor a través de las letras.
Isaías, fue un Filósofo, que admiró la docencia de las culturas que rodeaban a Israel, y aprendía de una forma muy familiar, cuando los docentes, los ancianos y científicos, compartían con este gigante de las letras, y podía discernir entre un conocimiento experimentado y una falsedad que hacía cambiar las mejillas del declarante.
Nuestro texto base para este análisis es: "El anciano y venerable de rostro es la cabeza; el profeta que enseña mentira, es la cola" (Isaías 9: 15) versión Reina Valera 1960.
Lo que ha hecho que mucho estudiante de la Biblia, sea cola, es debido principalmente a que su enseñanza, es muy liviana en cuanto al argumento científico, y entonces esto ha hecho que la empresa no pueda sostener, o tener en su institución, a seres humanos que no tienen un propósito definido.
Caminan, simplemente, porque los demás le muestran su camino, al andar. Leen la Biblia, porque ven que los otros la llevan consigo, y en aspectos de disciplina y honra, son precisamente la cola en el camino.
Dios pide, digamos, que los estudiantes de Teología, y de cualquier ciencia en el jardín, sientan el hambre y la sed que siente el inteligente, al mostrar la sabiduría y las ciencias a las culturas filosóficas y científicas del jardín.
F P C
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