El ser humano, por su incultura y escasos conocimientos en el mundo natural, ha sido una amenaza constante y sonante. Cuando yo era un niño, tal vez de unas nueve años, estuve viviendo en una reserva llamada El Silencio.
Vivíamos en un punto de la reserva, llamado "El Sitio", el cual era muy rico en plátanos, guineo, caña, café y árboles frutales, así como en tubérculos, entre otros. Sus aguas frescas y cristalinas, eran de corrientes continuas, de las cuales, siempre estaba escuchando su música, que aún suena en el mundo de mi recuerdo.
Allí fue donde pude conocer la elegante ave llamada: "toche", cuyo plumaje es amarillo y negro, y su canto es muy sonoro, y se alimenta de maduro, así como de insectos, que es lo básico de su dieta alimentaria.
Viven entre las montañas, donde hay maduros en abundancia, distinguiéndose de las demás aves del campo, por su hermoso y sonoro canto. Para hacer sus nidos, sacan de las hojas de plátano seca y de su entorno, una fibra amarilla y bien pulida cada una de ellas, para que su nido, se vea más brillante y atractivo.
Su nido es prácticamente diferente por la textura y el color al de las demás aves de este lugar. Algunas personas, han comerciado con estas aves tan hermosas e inteligentes, cuya debilidad consiste en el maduro.
Este servidor pudo apreciar cómo le colocaban la trampa, a esta ave, con un maduro en el centro, y luego de un rato de paciencia, mientras el toche, elegía ese alimento, quedaba atrapado y desesperado porque sus ojos, y su apetito, habían elegido un maduro, que le sería el desastre más terrible para esta familia que vivía entre nuestras culturas del jardín, donde los toches eran un comercio, que destruía el patrimonio y la riqueza de esta reserva natural.
De esa manera, los toches por la ambición de una comida o alimento fácil, sin trabajarlo, para sustentar a sus crías, generalmente elegían era el maduro, como su plato favorito, habiendo en esta reserva global, tantas opciones de vida, de trabajo y de paz.
Porque la otra familia, que es la humana, cuyo sostén consistía en capturar a los toches, para venderlos, trabajaban en pro de la destrucción de esta especie exclusivamente.
Parece por lo que yo contemplaba y viví en esos momentos, que esta familia quería destruir el patrimonio de estas aves, que insistían en su alimentación a base de maduro. Algunas veces, visité estos hogares y encontré otras realidades desastrosas, no solamente para esta especie de aves de nuestro jardín del Nuevo Mundo.
Donde al llegar a ellos, podía ver y oír a estas aves estresadas y enloquecidas, mientras que el maduro que les habían colocado en la mañana se encontraba intacto o completo, ellas se estaban matando y protestando, porque sus hijos se estaban muriendo, debido a esta guerra económica, donde el hombre que estaba causando este desastre a la naturaleza, aprovechaba la dieta a medias de esta ave, para acabar con su descendencia.
Aún no he vuelto a esta reserva de El Silencio, no sé si finalmente, esta especie, fue extinguida, pero en el mundo de los seres humanos, pareciera que sucede el mismo fenómeno, y se ha puesto de moda que el maduro, siendo un alimento para las aves de la tierra, se ha convertido en prisión para algunos miembros de esta familia.
Para otros, ha sido la pérdida de sus jóvenes y adolescentes, para otros la miseria y la ruina, y para otros la riqueza y la opulencia, así como para otros la pérdida de sus patrimonios, o sea sus nidos.
"Como la perdiz que cubre lo que no puso, es el que injustamente amontona riquezas; en la mitad de sus días las dejará, y en su postrimería será insensato" (Jeremías 17: 11) versión Reina Valera 1960.
F P
No hay comentarios:
Publicar un comentario