Un saltamontes, se levanta muy de mañana, para recibir en primer lugar, los rayos del sol, y de allí, empezar la caminata de su día, que consiste en pasear por el patio de mi casa. Estando en una mata de escobilla, pude consultarlo y el grillo me decía:
Yo soy un insecto, familia de los que menciona el libro del Apocalipsis, cuando les habla de las langostas. Sin embargo, no he podido granjearme la atención del mundo de los lectores de la Biblia.
Muy pocas personas en el mundo del cristianismo, son las que entienden mi despertar y mi comunión con el sol de justicia, que es la sabiduría de Dios, que alumbra en el cosmos de la naturaleza.
Aunque leen acerca de mi, y dicen tantas cosas tenebrosas acerca de mi familia, la verdad es que yo les pudiera decir que esos son algunos de nuestros comportamientos, pero en verdad, les cuento que no somos así realmente, lo que sucede es que el Biólogo San Juan, nuestro aliado en la isla de Patmos, mal interpretó algunos comportamientos, sobre algunos grupos de langostas que hicieron algunos daños en el desierto, y él creyó o pretende hacerle creer al mundo, que nosotros somos una plaga, reservada para el final de la humanidad.
Pero resulta que no es así, porque estudiando con el gran maestro del Nuevo Mundo, me explicó que las langostas no son las que van a destruir las ciudades, que somos una metáfora y que en realidad, el hombre es el que está destruyendo al mismo hombre, y que en ningún momento, nosotros tenemos que ver nada con ir a intervenir en este pleito de culturas, lenguas y tradiciones.
Ante esta explicación yo me sentí culpable. Sin embargo, este maestro que ha estado trabajando para que la humanidad deje de creer en mitos y leyendas sobre la naturaleza y el hombre, nos advierte que nosotros no somos las langostas del conflicto, que es el hombre en medio de su mala interpretación, que predica que Juan el Teólogo, anuncia en su libro, las plagas postreras de Egipto.
Quiero manifestarles que hay un hombre, quien junto con su esposa, están dedicados a interpretar la Biblia, al unísono con la naturaleza, que es la que enfría el calentamiento de los sistemas pensantes del hombre, que las plagas de Egipto, han sido una amenaza más, que los predicadores propagan por el mundo de la psíquica humana, creyendo sin razón en creencias antiguas.
Sin embargo, yo como grillo, familiar cercano de las langostas, creo que nosotros no vamos a protestar en las ciudades, matando a hombres incautos, cuya cultura no está establecida en la biología y en el conocimiento científico que el mundo proclama hoy.
Quiero hacerles un llamado a todas las culturas de la tierra, que vengan a nuestro mundo natural, y nos ponemos de acuerdo en cuanto a las malas interpretaciones, que se han dado acerca de nosotros en las antiguas obras, y en especial en el Apocalipsis.
"Cree el insensato en la historia natural, sin percatarse de ella, dice Jehová, más el conocimiento, y la ciencia, son corona y bálsamo del entendido"
"El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; en las cabezas tenían como coronas de oro; sus caras eran como caras humanas" (Apocalipsis 9: 7)
F P
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